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Un estudio vincula la mayoría de la deforestación del Amazonas a 128 mataderos

Eduardo Pegurier ·
12 de setembro de 2017 · 7 anos atrás

Los satélites son reporteros mecánicos del proceso de deforestación del Amazonas. Entregan el veredicto a través de la captación de la degradación y los huecos creados por el proceso de tala durante años: dos tercios del área deforestada del Amazonas han sido convertidos en pastos.

Desde el terreno, el recuento del ganado revela que el Amazonas alberga más ganado que personas. Para 2016, el número de cabezas de ganado de la región alcanzaba los 85 millones, comparado con la población humana de 25 millones —más de tres vacas por persona—. En la ciudad de São Félix do Xingu, que tiene el rebaño más grande de Brasil, esta proporción llega a 18 vacas por persona.

La Amazonía brasileña cubre el 61 % del territorio nacional y alberga el 40 % del ganado nacional. El ganado está distribuido en unas 400 000 granjas y ranchos, que varían en tamaño desde unas pocas hasta decenas de miles de hectáreas.

Así que cuando la ONG Imazon acabó un nuevo y detallado estudio sobre los mataderos de la región, recibieron una importante sorpresa: al encontrar que un número pequeño, solo 128 mataderos en funcionamiento, propiedad de 99 empresas, son responsables del 93 % de las matanzas anuales —cerca de 12 millones de reses—.

El hecho de que los mataderos representan un obstáculo en la cadena de la cría de ganado ya se sabía. Pero el estudio de Imazon abre nuevas perspectivas porque revela, claramente, la geografía de la producción ganadera en la Amazonía brasileña, documenta el área de influencia —la cantidad de pasto necesario para cumplir con las demandas de suministro de cada uno de los 128 mataderos—.

Ganado bovino a la espera de ser sacrificado en un corral. Fotografía de Fabio Nascimento

Para poner las cosas en perspectiva, el cumplimiento de la capacidad anual de procesamiento de una sola planta grande de procesamiento de carne requiere casi 600 mil hectáreas (2317 millas cuadradas) de pastos, un área más de siete veces mayor que la ciudad de Nueva York. El conjunto de mataderos analizados en el estudio, que operan a pleno rendimiento, requerirían un área de pastos de 68 millones de hectáreas (262 559 millas cuadradas, o, aproximadamente, el tamaño de Texas). De manera significativa, esta cantidad supera el área total de pasto disponible hoy en día en la región, lo que indica que, en un futuro cercano, la actividad ganadera generará más deforestación en el Amazonas.

Los resultados del estudio de Imazon refuerzan la veracidad de lo registrado por el satélite, que documenta un proceso de deforestación del Amazonas continuado vinculado a la industria ganadera.

Con esta realidad en mente, el Ministerio Público Federal (MPF), la oficina independiente del fiscal federal, ha presionado a los mataderos de la región para que firmen el llamado Acuerdo de la Carne desde 2009, que empezó en el estado de Pará. Este contrato, realizado entre el MPF y cada uno de los mataderos firmantes, hace que las empresas se comprometan a inspecciones de las tierras de pastoreo de donde originaron los animales adquiridos, para prohibir las expansiones de los pastos de ganado que acaban en deforestación.

Paulo Barreto, investigador principal del estudio de Imazon, explica la funcionalidad de los contratos de las plantas procesadoras: «Era como tener dos opciones para abordar este problema: reunir a los gestores de cada una de estas 100 empresas de mataderos en una sala de conferencias o, como alternativa, llenar cinco campos de fútbol enormes con todos los ganaderos involucrados en la cría de ganado”.

Cumplir con la capacidad anual de procesamiento de una sola planta procesadora de carne grande en el Amazonas requiere casi 600 mil hectáreas (2317 millas cuadradas) de pastos, un área más de siete veces mayor que la ciudad de Nueva York. La necesidad de tantos pastos ha tenido como resultado una importante deforestación. Fotografía de Rhett A. Butler / Mongabay

El riesgo de deforestación

El análisis que detalla la influencia de tan pocos mataderos en casi la totalidad de la industria ganadera del Amazonas supuso un trabajo de detective y la tecnología de geoprocesamiento.

El primer paso fue obtener las direcciones de todas las grandes plantas empaquetadoras de carne y certificarlas a través del uso de imágenes por satélite de alta definición para buscar instalaciones típicas, como corrales y sistemas de depuración de aguas. De ahí, los investigadores querían contestar a dos preguntas: ¿Cuál era el posible rango de suministro de ganado para cada matadero? Y, ¿cómo se relacionan estas posibles zonas de suministro de pastos con zonas ya deforestadas y con aquellas que tienen un riesgo más alto de deforestación en un futuro próximo?

Los investigadores determinaron la distancia máxima entre cada matadero y sus proveedores al entrevistar a los gestores locales por teléfono y luego cruzar la información. Había casos extremos a ambos lados del espectro, incluida una planta en el estado de Acre que no compraba ganado criado más allá de 20 kilómetros (12,4 millas) de su puerta. En el otro extremo, un matadero en el estado de Amazonas adquiría animales desde más de 1000 kilómetros (621 millas) de distancia para compensar por la escasez de ganado local durante la estación seca.

El estudio abordó dos categorías de mataderos: aquellos con una licencia estatal, que les permite vender carne dentro de sus estados; y aquellos con una licencia federal, que permite a las empresas vender por todo el país y exportar. De media, las plantas empaquetadoras de carne con licencias estatales tienen capacidad para sacrificar 180 animales al día y comprar de granjas que pueden estar hasta a 153 kilómetros (95 millas) de distancia. Las plantas con licencias nacionales pueden sacrificar 700 animales al día, comprados de hasta 360 kilómetros (223 millas) de distancia.

El siguiente paso en el proceso de análisis, basado en las distancias máximas de los pastos a la planta procesadora de carne, fue establecer la posible área que suministraba cada matadero —un objetivo alcanzado con la tecnología geoespacial—.

Imagen por satélite el matadero JBS en Santana do Araguaia, en el estado de Pará, Brasil. Fotografía cortesía de Google Earth

“Imazon tiene una extensa base de datos de carreteras formales e informales en el Amazonas, que ha sido actualizada desde 2008”, dice Amintas Brandão Jr., un coautor del estudio. “Realizamos un análisis espacial en el que insertas las coordenadas del matadero en el software y su máxima distancia de compra, digamos 100 kilómetros. A continuación, automáticamente, el software pasa por todas las carreteras y ríos navegables accesibles a ese matadero hasta 100 kilómetros de distancia. De este modo, hemos sido capaces de delinear una posible zona de suministro”. Según Brandão, esta fue la novedad del estudio: establece el área de influencia de cada matadero al usar la red de infraestructuras —los sistemas de carreteras y ríos navegables por los que el ganado puede ser transportado—.

Significativamente, la zona de influencia total de pastos que corresponde a los 128 mataderos analizados abarca casi la totalidad de las zonas embargadas por Ibama, la agencia federal que vigila los delitos ambientales, debido a la deforestación. También coincide en un 88 % con toda la deforestación que tuvo lugar en el Amazonas entre 2010 y 2015.

La deforestación por venir

También, de manera importante, el estudio generó un pronóstico de las zonas que muy probablemente serán deforestadas, en el futuro, en la Amazonía brasileña.

De nuevo, los investigadores utilizaron software de análisis geoespacial. Dividieron toda la región en una cuadrícula de cuadrados de 1 kilómetro de ancho. Se estimó la probabilidad de la deforestación en el futuro para cada cuadrado basándose en la presencia de factores que estimulan la destrucción forestal, como carreteras o ríos disponibles para el transporte, la distancia a los mercados y el potencial de producción de la tierra. A partir de esta información, crearon un mapa de la probabilidad de deforestación para toda la Amazonía brasileña. Entonces, los investigadores usaron el área deforestada durante los últimos tres años —1,7 millones de hectáreas (17 000 kilómetros cuadrados; 6564 millas cuadradas)— como una estimación de la totalidad de la pérdida forestal que puede tener lugar en el periodo de tres años entre 2016 y 2018. Basándose en este mapa de probabilidad, determinaron las zonas que corren un mayor peligro de una nueva deforestación. El último paso fue superponer estas proyecciones y las zonas potenciales de suministro de los mataderos. La coincidencia entre los dos era del 90 %.

En otras palabras, si entre 2016 y 2018 se repiten los índices actuales de deforestación, una nueva pérdida forestal del 90 % tendrá lugar dentro de la zona estimada de suministro de ganado de los 128 mataderos.

Si se repite el índice de forestación del Amazonas actual entre 2016 y 2018, una nueva pérdida forestal del 90 % tendrá lugar dentro de la zona estimada de suministro de ganado de los 128 mataderos. Fotografía de Rhett A. Butler / Mongabay

Consecuencias y soluciones

“Desde el punto de vista de la vigilancia, este trabajo puede ayudar a controlar la deforestación al mostrar donde están los puntos calientes”, dice Brandão.

Según Barreto, “es impresionante lo pequeño que es el número de empresas de mataderos que se sientan al final de una cadena [de suministro de ganado] en la que participan casi 400 000 ganaderos”. Para él, esto confirma que la mejor manera de reducir la pérdida forestal debido al ganado es involucrar a los mataderos en la vigilancia de la deforestación, como requieren los acuerdos del MPF.

Pero Barreto también señala dificultades con este enfoque: 30 % de los sacrificios se realizan en empresas procesadoras de carne que no han firmado el Acuerdo de la Carne. Eso quiere decir que estas empresas no inspeccionan el lugar de origen de su ganado. Peor aún, estos mataderos están situados en la misma zona de actividad que aquellos que han firmado el acuerdo, convirtiéndose así en alternativas para la venta de ganado criado en pastos abiertos ilegalmente.

El estudio de Imazon creó un cuadro detallado de la influencia que los mataderos pueden tener en la deforestación. “Ya tenemos un mapa, y existen las tecnologías para rastrear el ganado desde los granjeros donde se cría todo el camino hasta los ranchos intermedios de engorde y hasta donde se sacrifica”, dice Barreto. “Ahora, necesitamos una presión legal coherente y una sanción para los criadores y los operarios de la industria cárnica que toleran crímenes ambientales”.

Dice que este tipo de presión vino del mismo mercado en el caso de la fiebre aftosa, cuando la industria ganadera se dio cuenta de que perdería los mercados globales si no se implementaba un programa de vacunación efectiva. El pellizco de los mercados llevó a los agricultores a organizarse y a asociarse con el gobierno para controlar, eficazmente, la fiebre aftosa, lo que fue una hazaña.

Asimismo, si el gobierno y los mataderos tienen la voluntad, dice, entonces pueden trabajar juntos para acabar con las actividades ganaderas que derriban bosques. Para Barreto, una buena base para reducir la deforestación sería la creación de una nueva ronda de presión policial en el sector de la carne administrada por el MPF e Ibama. Semejante medida sería un paso enorme para lograr la deforestación cero en el Amazonas.

* Traducido por Yolanda Álvarez y publicado en español por Mongabay

  • Eduardo Pegurier

    Mestre em Economia, é professor da PUC-Rio e conselheiro de ((o))eco. Faz fé que podemos ser prósperos, justos e proteger a biodiversidade.

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